Carta a la vida y al fútbol

Por Horacio Daniel Almada Montiel

Ahora me pongo a rememorar mi infancia y recuerdo que siempre quise ser delantero. Vienen pequeñas escenas a mi memoria de cuando jugaba lejos de los famosos tres palos, pero era inevitable ver en algún momento la seña de: “Horacio, vos ahora te quedás arquero”. Y todo tenía un motivo.

En los 'partiditos' de cada tarde con mis amigos en el barrio- San Martín de Ñemby- o algún desafío interbarrial, yo siempre hacía una, dos o hasta tres demás. Reconozco, me gustaba “chulear” (gambetear). Cierto, era un poco “pelota jara”, pero en la mayoría de las veces no pasaba mi pelota, porque no escuchaba a mis compañeros, entonces siempre terminaba en el arco. Obviamente, nací con algo especial para ser el “1” y aunque en principio creía que no era lo mío, siempre terminaba salvando a mi equipo con los guantes invisibles puestos.

Después de contar cómo terminé siendo arquero, me presento. Soy Horacio Almada Montiel, tengo 26 años y soy jugador de River Plate. Sí, el “Kelito”, el que ahora volvió a Primera, el que demostró que en Intermedia también se puede jugar bien, ese equipo que tiene un portero sordo. Ah, ese soy yo.

Algunos conocen mi historia, otros quizás habrán escuchado algo sobre mí y el resto seguramente ni idea tiene de quién escribe esto.

A ver... no sé por dónde comenzar esta aventura y desafío que me ha puesto la vida. Si por el ascenso que logramos o por mi historia tan particular como futbolista. Seguramente mezclaré ambas cosas, y es un poco por la emoción que me complica ser breve con lo que tengo para contar.

Accedí a relatar mi historia, y no precisamente para que la gente me tenga en cuenta por lo que me sucedió (por mi discapacidad auditiva), no quiero resaltar por el “aichinjaranga (lastima)”, sino por si mi logro sirva de motivación para alguien, por ser una persona que está construyendo su camino, a pesar de todas las dificultades y para decirles que sí se pueden conquistar los sueños.

Me siento una persona bendecida desde todo punto de vista y si ustedes creen que la vida es complicada, abran los ojos y dense cuenta. Complicada seguramente es para la gente que no tiene qué comer, en mi caso, mis padres -Atilano Almada y Susana Montiel- siempre hicieron todo para que no me falte nada. Complicada es la vida seguramente para las personas que padecen de enfermedades y no pueden hacer los que les gusta. Yo tengo esa bendición y disfruto de lo que más me gusta en la vida: el fútbol.

Les puedo asegurar que lo complicado y lo valioso está en pequeñas cosas, detalles de la vida, como escuchar a los pájaros en un amanecer, escuchar las cargadas de tus amigos del barrio o quizás escuchar las puteadas de algún jugador o hincha rival, o las felicitaciones de algún compañero, luego de una tapada que parecía imposible. Escuchar con todo un “te quiero” de mamá y papá. Valoren amigos, parece algo tan simple, pero les puedo asegurar que muchos darían lo que sea por esos “detalles”.

La historia de mi vida cambió totalmente a los 2 años. Tuve la mala fortuna de haber sido víctima de la meningitis, una enfermedad que puede llegar a ser mortal. Gracias a Dios salvé mi vida, pero quedé con sordera. Escucho solamente 20 % hacia el oído izquierdo y hace 24 años que me acostumbré a escuchar lo que puedo, poquito, para no decir nada.

Si bien ha sido dificultoso todo, nunca lo he considerado como un obstáculo que me pueda impedir a conquistar mis objetivos. Terminé el colegio. Estudié en una escuela normal y también aprendí a hablar en la escuela de sordos. Puedo decir que soy futbolista profesional y ahora vivo un sueño estando despierto.

Toda mi infancia se resume en una canchita de fútbol, desde que tengo memoria. Mis amigos, la pelota, esas tardes inolvidables de desafíos por una gaseosa o simplemente por esa cuestión de honor. Los que nacimos en un privilegiado barrio como el mío, sabrán de qué hablo.

Como conté al comenzar, como todos, mi objetivo era ser delantero, goleador, pero el fútbol y la vida me hicieron dar cuenta de que tengo otras virtudes y es precisamente evitar goles. Soy arquero desde chico, porque era el lugar en el que mejor me podía comunicar con mis compañeros.

Para cualquier padre, el bienestar de su hijo es evidentemente lo máximo, pero imagínense el de un hijo que tuvo una enfermedad tan peligrosa como la meningitis, que prácticamente no escucha y le cuesta hablar.

Aquí comenzó uno de los momentos más duros para mí, al menos que recuerdo. El fútbol es mi pasión; la pelota, mi compañera de siempre y mi familia, lo más importante de mi vida. Todo eso se mezcló. Ya pasaron como 18 años, pero lo recuerdo muy bien.

Un día vinieron unos amigos del barrio a invitarme para ir a practicar con ellos en un club. Me invadió una emoción tan grande, que fui corriendo a decirle a mis padres con una sonrisa imposible de describir.

Mi padre, -Atilano Almada-, no me dio una respuesta en ese primer momento, pero con un ceño fruncido me dio a entender todo. Luego de conversar con mi mamá -Susana Montiel-, me contestaron y por primera vez era algo que no quería escuchar: “NO. Es muy complicado para vos”.

Se me partió el alma en mil pedazos. El fútbol era una de las cosas que más feliz me hacía. Salí corriendo y llorando. Lloré muchísimo ese día.

En ese momento no entendía, pero ahora comprendo perfectamente a mis padres. Lo hicieron porque me querían, me protegían y ya no estaban dispuestos a soportar que algo malo me pasara. Además, quizás, por ahí tenían miedo de algún tipo de discriminación hacia mí.

Bueno, después del “NO” rotundo, me calmé, hablé con mis amigos y el chico de 8 años (yo), decidió desobedecer para disfrutar de la pelota. Salía todas las tardes. Mis padres creían que iba a la casa de uno de mis amigos, pero en realidad me iba a entrenar. Aunque no crean, practiqué casi un mes a escondidas de mis papás en la escuela de fútbol de Cerrito, en Ñemby. Sí, es una locura, pero nada me hacía más feliz que tocar un balón. Pero por insistencia, conseguí el permiso de ellos y me firmaron la ficha ¡Qué feliz fui es de día!

Fue así que gracias al fútbol, desde muy chico me fui adaptando a todo y a todos. Sino, quizás podría estar encerrado en mi casa, ser una persona antisocial y con miedo a ser discriminado por el simple hecho de no escuchar bien.

El fútbol para mí es todo. Se puede decir que mi debilidad es la pelota. Hay muchas cosas en la vida que le gusta seguramente a la gente, pero para mí, basta y sobra sentir la pelota, tirarme en el pasto, sentir el olor del césped, ensuciarse detrás de la pelota y rasparme todo como estamos acostumbrado los arqueros. Son pequeñas cosas que yo disfruto y mucho. Por eso insisto, las cosas que nos hacen felices, están en los pequeños detalles de la vida, solo hay que saber reconocerlos.

Soy muy feliz por todo, pero también les cuento que hay cosas que me dan miedo y que me han dificultado el camino.

En un momento de mi carrera, creí que no iba a poder ser jugador profesional. La gente decía “cómo un arquero que no escucha puede jugar, es imposible”. Mis condiciones de buen sacador con los pies y de arquero volador, siempre me lo hicieron saber, pero sentía que nadie confiaba en mí, hasta hace poco.

Deportivo Pinozá (de Primera C), fue el primero que me dio la oportunidad. Se jugaron por mí y yo hablé en la cancha. De a poco fui ascendiendo, hasta llegar a Resistencia, Fulgencio Yegros y River Plate. Pero casi siempre siendo suplente.

Cuando me veían atajar, muchos entrenadores se convencían, pero hay muchos prejuicios en todos lados. Pienso y pienso ahora en muchas cosas. Quizás pude haber tenido mi momento mucho antes, pero pocos confiaban en mí. Algunos ex entrenadores y ex compañeros creían que yo no podía llegar a jugar profesionalmente. Yo noté eso en la falta de confianza en ellos. Pero nunca bajé los brazos. Trabajé, trabajé, es lo único que tenía por hacer.

Hasta ahora me doy cuenta de varias cosas. Imaginate, a mis compañeros le costó tenerme confianza, porque yo no escucho en la cancha, entonces de por ahí es complicado advertirme sobre algunas cosas.

Voy a dar un ejemplo de cómo no me tienen confianza. No tomo como discriminación, pero un ejemplo es que en muchísimos partidos televisados, salí figura el partido. Lo sabía yo, mis compañeros y hasta los rivales que me felicitaban. La gente de la tele tiene miedo de hablarme y hacerme la nota. Mirá, yo entiendo todo y respondo. Vos, compañero (jugador), entrenador o periodista, o hincha, me decís bien las cosas, yo te entiendo y te voy a responder. Es más, si no le escucho bien a la persona, leo sus labios e interpreto. Leer los labios, agudizar mi vista y hasta mi sentido del tacto, son cuestiones que pude desarrollar por el impedimento que tengo para escuchar.

Siguiendo con los hechos que tropecé, voy a contar algo que ha sido para mí un problema. Aunque nadie sepa y se imagine, que es algo normal para todos, para mí puede llegar a ser lo peor y convertirse en mi mayor miedo: las reuniones en grupo.

Sí. Tengo miedo de que cuando llego a un equipo nuevo y me encuentro con compañeros nuevos, no se adapten a mí. Me da miedo por ejemplo esas reuniones de grupo. No es fácil, es muy difícil para mí. De repente pueden estar hablando de mí, conmigo y yo no entiendo. Eso me da temor. Nunca fue fácil en es sentido, cuesta y mucho. Ese grupal puede ser lo peor para mí, incluso en el vestuario antes de salir a la cancha. No tengo mucho para decir o a veces tengo algo de vergüenza.

Pero aquí estoy, superando los miedos y obstáculos, de eso se trata la vida y el fútbol especialmente.

Es increíble todo lo que me está pasando, estoy viviendo un sueño, por eso soy un agradecido a Dios.

Hablando de sueño, quería contar esto. Quizás fue un simple divague, imaginación mía o como quieran llamar, pero espero que se cumpla jaja...

Me considero un profesional, pero siempre le tuve mucho cariño a Olimpia, gracias a mis padres. Esto me pasó hace poco. Llegué un día de la práctica, me acosté y soñé despierto: Estaba en Para Uno, estadio lleno, un clima espectacular y Olimpia tenía la posibilidad de ser campeón contra nosotros -River Plate-. No sé cómo, pero en esa película que estaba proyectada en mi habitación, ganamos, fui figura y me aplaudió todo el estadio. Es hasta gracioso, pero no imposible. Soñar despierto también es estupendo.

Llegué a Primera. Para mí no es suficiente, me falta un poquito. Me veo jugando en la Nueva Olla, Defensores del Chaco, Para Uno. Me veo enfrentando a delanteros que vi toda mi vida en la tele. Tapándole quizás una jugada de gol a Nelson Haedo, a Roque Santa Cruz o “Tacuara” Cardozo. Me falta un poquito y aunque para muchos parezca imposible, mi siguiente paso, mi próximo objetivo, es la selección paraguaya.

Esa es mi pequeña historia, mis pequeños sueños cumplidos y por cumplir. Y como dije al principio, no me considero ejemplo de nadie, no quiere que me tengan lástima, solo quería compartir mis logros.

Para terminar, quiero dar las gracias a muchas personas. Hay demasiadas, pero voy a nombrar a algunas. A mis padres. Estoy donde estoy, gracias a Atilano Almada y Susana Montiel. Gracias por bancarme siempre, por luchar conmigo estos 26 años y por ser ejemplos de perseverancia para mí.

Al profesor Daniel Farrar, el que me entiende todo con una sola seña, el que sabe de mis caprichos, mis puntos débiles y fuertes. Nunca voy a olvidar ese día que me llegó el mensaje al whatsapp, cuando yo estaba en Fulgencio Yegros: “Crack, quiero contar contigo, ¿querés salir campeón?”. Gracias, 'profe'.

A mis compañeros, por la confianza que me tuvieron y me tienen, y por ayudarme a cumplir mi sueño de ser un jugador de Primera. Y por último a Dios, por permitirme disfrutar del fútbol y de la vida.

Seguramente dirán que cómo un jugador puede escribir esto. Les cuento que todo lo que se dice aquí es lo que pienso y lo que yo siento. Lo hice con la ayuda del periodista obviamente, que me ayudó a evitar los errores al escribir.

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Paraguay, donde se cambia un DT cada 12 días

esPor Christian Pérez/ TW: @chrisperezz7/ Contacto: cristian.perez@gruponacion.com.pỳ

Definitivamente Paraguay se volvió un país que odia los procesos en el fútbol. Haciendo un análisis frío desde el 2016, hasta el presente, los números encontrados son realmente escandalosos. Según los datos desde hace dos años y nueve meses, aquí se cambia un DT ¡cada 12 días! Impresionante.

Basándonos en los datos recogidos desde el 1 de enero del 2016, la Primera División del fútbol paraguayo se ha caracterizado por una inestabilidad terrible. 16 equipos ha jugado en la máxima categoría de nuestro fútbol y todos se pasaron coleccionando técnicos, a excepciones de unos que otros, que intentaron jugarse por un trabajo a largo plazo.

En 994 días, desde enero del 2016 hasta hoy -viernes 21 de septiembre-, se registraron 84 cambios oficiales de técnicos, sin contar los interinos. Haciendo un promedio entre las jornadas que han pasado desde el 2016 y la cantidad de profesionales que fueron removidos de sus cargos, se llega a un promedio exacto de 1 DT cada 11, 8 días, que redondeando son 12. Así es. Los estrategas han pasado a ser totalmente desechables y la planificación no existe; solo se buscan “bomberos” para salvar alguna emergencia.

En total se utilizaron 51 entrenadores, de los cuáles 30 fueron paraguayos y el resto, extranjeros. Los criollos son mayoría, pero mucho de ellos, como Jacquet, Jara Saguier, Víctor Genes, Roberto Torres y muchos otros, fueron “borrados” totalmente del mapa, mientras que algunos extranjeros pasan de fracasar de un equipo a otro. Es tanto el aprecio a los “foráneos”, que no se tienen en cuenta los números inmediatos y al parecer se eligen profesionales a ciegas.

Casi el 60 % por ciento fueron son paraguayos, mientras que en segundo lugar de preferencia están los argentinos, con un 19, 6 %, seguido por los estrategas charrúas, que cortan casi el 10 % de la torta. El resto se reparten entre españoles, colombianos, brasileños y hasta un venezolano, gracias a Cerro.

Desde el 2016 para adelante pocos son los que han podido culminar temporadas o año completo. Ni siquiera los grandes, Cerro y Olimpia, que también han sido víctimas de la mala planificación e inestabilidad penosa.

Los más duraderos

Daniel Garnero es el que encabeza el podio de entrenador más estable y con buen proyecto en un club. Estuvo 477 días en Guaraní, desde agosto del 2016, hasta diciembre del 2017, cuando decidió irse a Olimpia. El DT argentino logró mecanizar un gran equipo. Fue vicecampeón y campeón con el Aurinegro.

El español Fernando Jubero lo sigue como el segundo de mayor estabilidad, cuando estuvo todo un año (2017) en Libertad, club con el que rompió su maldición de eterno subcampeón.

Aunque parezca raro e insólito, el argentino Mario Jara, completa el podio de los entrenadores que más duraron en un equipo, en los últimos dos años y nueve meses. Llegó a sentarse por 285 días en el banco de Rubio Ñu, en la temporada 2016.

Toco y me voy

En contrapartida, los técnicos que menos tiempo han permanecido en sus puestos, fueron de equipos “chicos”.

El español Xavi Roura tuvo un paso más que fugaz en Rive Plate, en la temporada 2016, cuando el equipo del Barrio Mburicao quería encontrar un salvador en cualquier lado y a toda costa. Luego de 13 días de haber asumido y un partido dirigido, el DT europeo tuvo problemas con la directiva del “Kelito” y fue cesado del cargo.

Aldo Bobadilla ocupa el segundo lugar y no por haber sido echado, sino por ir en busca de una mejor oportunidad. El exarquero estaba al mando de General Díaz, club al que retornó en diciembre del 2017 tras su paso por Olimpia. Cuando parecía que comenzaría la temporada con el Águila, 17 días después de tomar las riendas, dejó el club luqueño para probar suerte en Libertad, donde tampoco le fue bien.

El tercer escalón de este “odioso” podio, lo ocupa el señor Francisco “Pancho” Rivera, a quien River Plate pidió auxilio durante su estadía en Primera, en el 2016. Estuvo en el cargo solo 19 días y el “Kelito” lo volvió a cesar, para recurrir a Miguel Pavani.

El club más inestable

Pero por supuesto, como no podía ser otro, el “privilegiado” lugar del equipo más inestable y que menos planificación real tiene, es Sportivo Luqueño. Solamente en los últimos dos años y algo, el equipo de la ciudad azul y oro realizó 11 cambios en el timón, con un promedio exacto de una variante cada 3 meses.

Probó con 9 estrategas distintos y el que más duró fue el argentino Javier Sanguinetti, quien estuvo cerca de ocho meses, entre junio del 2016 y febrero del 2017. Al que menos le aguantó, fue al también Argentino Adrián Coria, exasistente técnico del “Tata” Martino.

Coria solo duró 34 días. La presión de la gente y la “genial” directiva auriazul solo le aguantaron un mes. ¿Qué puede hacer un DT en ese tiempo?

Además de Sanguinetti, Luqueño probó en dos ocasiones con Eduardo Rivera, un conocido de la casa y Héctor Marecos, actualmente en Santaní.

El segundo club que más veces cambió fue el otro equipo luqueño, General Díaz. Tuvo ocho cambios de técnico y probó a seis entrenadores; el favorito fue siempre Aldo Bobadilla, quien está sentado en el cargo por tercera ocasión.

El tercer lugar está en manos de Sol de América, uno de los clubes más estables como institución, pero que ha perdido el sentido del proceso. Tuvo siete variantes en el cargo de DT y probó la misma cantidad de profesionales

Los DT's de siempre

Hay un selecto grupo de entrenadores que ha repetido constantemente, no solo en diferentes clubes, sino que ha tenido varios ciclos en un mismo equipo.

Mario Jara, el entrenador argentino, ha recorrido clubes como rubio Ñu, General Díaz, Luqueño y Deportivo Santaní.

Le sigue los pasos Héctor Marecos, quien también ha recorrido bastante. Tiene en su carpeta Luqueño, un par de veces, General Díaz, Capiatá, Sol de América y ahora Deportivo Santaní. “Gattuso” sorpendió en su momento con el “Depor”, pero después no ha logrado solidificarse definitivamente como un técnico top.

Y otro que últimamente ha recorrido una gran cantidad de clubes, es Gustavo Florentín. Comenzó probando de interino en Cerro Porteño y a partir de ahí, recorrió Capiatá, Luqueño y ahora Guaraní.

La realidad de los grandes

Los grandes no escapan de la realidad del fútbol paraguayo. En teoría deberían ser los clubes que apuesten a procesos serios y concretos, pero son parte de la inestabilidad. La obsesión por conseguir resultados inmediatos, sin importar el cómo, ha obligado tanto a Cerro, Olimpia y hasta Libertad, a cambiar constantemente de timón.

Ahora Olimpia parece encontrarle la vuelta a una planificación seria, con Daniel Garnero como DT. Los frutos comienzan a verse. El Decano es un equipo mecanizado y ha logrado mantener una regularidad, tanto en juego como en resultados. Han pasado casi diez meses y el estratega argentino sigue y más firme que nunca.

El Decano ha cambiado seis veces de técnico, sin contar los interinatos de Mauro Caballero, quien tuvo la posibilidad de ser permanente una vez y tampoco le fue bien. Con Garnero, van siete entrenadores que prueban desde el 2016, incluido Francisco Arce, quien venía dirigiendo desde el 2015.

En Cerro, la cosa pareciera costumbre últimamente. Este año ya tuvo tres técnicos. Comenzó con Leonel Álvarez, experimentó con Luis Zubeldía y ahora parece tomar la cosa en serio y a largo plazo, con Fernando Jubero, quien se ha caracterizado por trabajar siempre apostando a una especie de proceso, al menos eso hizo en Guaraní e intentó con Olimpia y Libertad.

El Ciclón no solo probó a diferentes técnicos, sino además con distintas nacionalidades. Trajo por primera vez a un venezolano, César Farías, quien habló más de lo que su equipo jugó; también experimentó con un colombiano, Leonel Álvarez, con quien salió campeón y parecía encaminar un proceso serio. En el camino también estuvieron Gustavo Morínigo, Gustavo Florentín y dos interinatos.

Por su parte, el Gumarelo no ha podido consolidar un planificación seria. Lo mejor que tuvo en los últimos tiempos, fue el español Fernando Jubero, quien duró un año. Con Roberto Torres también logró un campeonato, pero no bastó para que le aguanten.

Eduardo Villalba está haciéndose cargo del equipo por segunda vez en los últimos tiempos y hasta ahora, los resultados no le han dado la razón a su forma de plantear los partidos.

El resto de los clubes

Guaraní

Nacional

Capiatá

3 de Febrero

Trinidense

General Caballero ZC

Independiente CG

 

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Los hermanos Ayala, dueños absolutos del futsal paraguayo

Por Christian Pérez / TW: @chrisperezz7/ Contacto: cristian.perez@gruponacion.com.py

Pasión, talento, seriedad, dedicación, fantasía, profesionalismo, constancia y una ambición sin límites, hacen de los hermanos Ayala, los dueños absolutos del futsal paraguayo. Los mellizos de Villa Hayes -Bajo Chaco-, Rodrigo Gabriel, más conocido como “Gary” y Rodrigo Emanuel, apodado “Yiyi”, se juntaron una vez más, pero ahora fuera del campo, para contarle a VERSUS, algunas cuestiones, secretos y vivencias experimentadas a lo largo de más de 15 años de carrera profesional.

Con 32 años, acaban de conquistar el tetracampeonato consecutivo de la Liga Premium con Cerro Porteño, con el que además han logrado alzar la Copa Libertadores, marcando un hecho único, ya que el Ciclón es el único equipo no brasilero en alzar ese preciado trofeo internacional.

Con la selección paraguaya han jugado Mundiales, Copa América, pero ellos quieren más. Se acostumbraron a ganar y apenas terminado el torneo local, ambos piensan inmediatamente en la segunda Libertadores y aunque falta un montón, se mentalizan para clasificar al Mundial de Futsal FIFA del 2020.

Siempre juntos, hasta en los calentamientos. Foto: APF Futsal.

Llevan más de 15 años jugando juntos de manera profesional, incluso 9 temporadas en Italia (Monte Silviano c5, Pescara C5, Luparense, Canottieri Lazio C5 y Finplanet Fiumicino), donde se perfeccionaron plenamente. Entre ambos juntan cerca de 50 títulos en la cancha chica, tanto en Futsal FIFA, disciplina en el que tienen 12 campeonatos oficiales cada uno y fútbol de salón (regulada por la AMF), especialidad en la que han conquistado Nacionales de mayores, juveniles, Campeonato Nacional de Clubes, Supercopa e infinitas competencias.

¿Siempre jugando juntos futsal?

Decir que toda la vida jugaron juntos y en la modalidad 5 vs. 5, no solo es una exageración, sino una mentira. Alguna vez llegaron a jugar al fútbol de campo y fue en las inferiores de Olimpia y jugando fútbol de salón, llegaron a disputar un Nacional por diferentes selecciones.

Talento le sobraba a ambos. Tras ser campeones (en futsal) con su selección, Villa Hayes, donde nació todo, se aventuraron a probar en la cancha grande. Fue así que en el 2002 llegaron a estar un año en las inferiores del club Olimpia. “Gary”, siempre más corpulento y dispuesto a chocar, fue volante central, mientras que “Yiyi” aprovechaba su velocidad y capacidad de desequilibrio para ser mediocampista por derecha. La cosa no duró mucho y volvieron al campo reducido, donde sin dudas han demostrado ser los mejores de los últimos tiempos.

Los hermanos son el alma de Cerro futsal. Foto: APF Futsal.

En cuanto a títulos, “Yiyi”, el hombre de la magia, le saca una vuelta de diferencia al gran capitán, “Gary”. En el 2013, llegaron a separarse por única vez. Rodrigo Emanuel se puso la camiseta de Horqueta y Rodrigo Gabriel defendió el escudo de Amambay.

Fue victoria del equipo del Departamento de Concepción por 2-0 y para colmo, el “melli” -'Yiyi'- hizo uno de los goles. “Me pateó bastante”, recuerda entre risas el jugador más desequilibrante de la actualidad del futsal paraguayo. “Es mentira, le di lo suficiente, nada más”, retruca con una mirada pícara el capitán de la selección paraguaya.

 

“Gary”, un líder nato

“Gary”, sereno, meticuloso, analítico, siempre apostando la razón, con un juego físico exhuberante y con un carácter de líder nato, habla de su pasión por esta disciplina; cuenta cómo empezó a amar el fútbol chico y explica con claridad por qué Cerro Porteño es el amo y señor del Futsal FIFA paraguayo.

“El amor por el futsal nació con la partida de mi hermano mayor Juan Manuel Ayala, quien fue un gran jugador. Nuestros padres querían que nos dedicásemos al futsal o fútbol de salón. En honor a mi hermano, fundaron un club llamado 1 de julio, en memoria a la fecha de nacimiento de Juan Manuel. Ahí empezó todo”, recordó.

Gary Ayala, el capitán de Cerro y la selección paraguaya. Foto: Futsal CCP

“En cuanto a lo que es Cerro, nosotros nunca pensamos que ganar un título más sea suficiente. Queremos más y más. El grupo se acostumbró a eso. Cerro futsal se maneja de manera profesional. Nos dedicamos solamente a este deporte, y quizás ahí sacamos diferencia. Pero además de eso, el secreto está en formar un verdadero grupo. Es fácil decir de boca para afuera, 'es unido' y montón de cosas. Pero ahí nosotros tenemos las reglas claras, cada quien se dice las cosas en la cara y dentro del grupo. Todo se soluciona de frente”, explicó el único hombre de Cerro Porteño que como capitán hasta ahora ha levantado una Copa Libertadores.

En cuanto al privilegio de ser campeón en todos lados con su hermano, “Gary” dijo que es imposible de explicar. “Se tiene que vivir para sentir. Nosotros venimos jugando prácticamente toda la vida. No hay nada comparado con eso. Con palabras no se explica”, aseguró.

La mayor felicidad incompleta

En su carrera ha ganado incontables títulos en todos lados, pero para el capitán de la selección paraguaya tiene uno muy especial, y es el conquistado en el 2016 con Cerro Porteño: La Copa Libertadores.

Campeones de la Libertadores 2016. Como capitán, Gary levantó el trofeo continental. Foto: La Nación

Si bien fue su mayor alegría como jugador de futsal, Rodrigo Gabriel, confesó que a ese momento le faltó algo: “Fue en le día del padre y él (su papá) ya no está con nosotros. Me hubiese gustado levantar esa Copa y dedicárselo a él”, recordó.

Impotencia

Cerro Porteño es el rey del futsal paraguayo, es el único equipo no brasileño en conseguir una Libertadores en la disciplina, pero no tiene una cancha decente para entrenar ni jugar de local. Debe recorrer cada día para buscar y encontrar un local para practicar.

Gary se refirió al respecto y pidió apoyo de los directivos, para dejar de estar alquilando canchas para entrenar. “Lo que siento es más impotencia y dolor. Somos muy pocos valorados los que jugamos futsal. Después de haber logrado todo, lo mínimo que nos merecíamos es un estadio, por lo que representa Cerro como institución. Ojalá podamos tener nuestro polideportivo, es el sueño de todos”, destacó.

 

“Yiyi”, ¡invente maestro!

Atrevido, encarador, veloz, astuto y un mago con la pelota en los pies, ese es Rodrigo Emanuel Ayala. Utiliza a la perfección ambas piernas. La pisa con la zurda, engancha con la diestra, tira una pared con la izquierda y remata con la derecha. Indescifrable. Para muchos conocedores del fútbol chico, “Yiyi” es el mejor jugador ofensivo de la actualidad.

Mucho más espontáneo, emulando a su juego, el hombre que siempre usa la “2”, habló del nuevo título en la Premium, que para él tuvo un sabor muy especial. “Lo especial para mí, es que perdimos el invicto. Eso dolió y mucho. Nos tocó bastante. Pero era necesario. Esa derrota contra Olimpia fue el cachetazo que necesitábamos para volver a ser el Cerro ganador”, reflexionó.

Aunque parezca poca cosa, el haber perdido luego de 82 partidos, impactó mucho en los jugadores, según contó: “Parecía un velorio el vestuario, caímos a tierra de que perdimos algo súper importante”.

El Ciclón experimentó una sola derrota en los últimos 85 encuentros disputados en la Liga Premium. ¡Una locura!.

Para él, Cerro debe buscar la segunda Copa Libertadores. No se conforma con nada de lo que han conseguido hasta ahora. “Tenemos la obligación de mantenernos siempre arriba, tenemos el mejor plantel, pero llegar suele ser más fácil, mantener esa ambición lo que más cuesta. Apuntamos bien arriba. Queremos buscar la segunda Libertadores. El plantel de Cerro está preparado eso”, aseguró.

Los hermanos Ayala son algunos de los pocos atletas que viven del futsal, sin realizar otro tipo de actividad o trabajo. Ellos se manejan como profesionales dentro y fuera de la cancha, algo que marca la diferencia según comentaron.

Ante la consulta de VERSUS, sobre qué faltaría para que el Futsal FIFA sea profesional alguna vez como en otros países, “Yiyi”, contestó: “Nos dedicamos exclusivamente a esto. La única forma de poder exigir y ganar un poco más, es ser ambicioso en lo deportivo. Material humano sobra acá en Paraguay. Falta un poco más de compromiso de las instituciones y los jugadores por sobre todo. Somos nosotros los que tenemos que demostrar y comportarnos bien para ser valorados. En Cerro nos manejamos como profesionales y eso marca diferencia. Si esos aspectos se cuidan, vamos a tener aún más alto nivel”, sentenció.

 

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