Rojas, el crack que usa sus vacaciones para trabajar en la chacra y ayudar a sus padres

Por Christian Pérez

Contacto: cristian.perez@gruponacion.com.py/ TW: @chrisperezz7

Lejos, muy lejos del ruido, del ritmo infernal de la ciudad, del calor del asfalto y del aire contaminado característico de cualquier urbe, encontramos al mejor zaguero del fútbol paraguayo, Robert Rojas, disfrutando de sus merecidas vacaciones. ¡Y qué vacaciones!

A casi 500 kilómetros de Asunción y una distancia importante de la ciudad de Belén, la gran revelación de la última temporada, estaba gozando del paisaje de su querido Peguahomi, una modesta compañía ubicada en el primer departamento, donde se crió, malcrió y aprendió a dar las primeras patadas a su bendito balón de fútbol.

Nada de playa, nada de bronceado, nada de las paradisíacas vacaciones a la que están acostumbrados normalmente los jugadores de fútbol. Encontramos a Robert Rojas carpiendo y limpiando los alrededores de su casa. Con una amabilidad única y sentido servicial increíble, el zaguero de la selección suelta sus herramientas de trabajo, se lava las manos y para aplacar un poco el calor nos invita a pasar: “ja’u la tereré (vamos a tomar tereré)”, exclama.

Con un orgullo que se le notaba en los ojos y una emoción que solamente él podrá describir, Rojas nos presentó a los miembros de su familia e invitó a recorrer su pequeño “barrio”, que está conformado básicamente por sus tíos y la abuela Viviana.

Cada uno de los integrantes de su familia sentía una necesidad de expresar el tremendo orgullo que significaba para ellos que Robert haya llegado a cumplir su sueño. “Rovy’aiterei hese, ha’e la re orgullo. Che fanático hese ymaiterire (demasiado felices estamos con él. Es nuestro orgullo. Yo soy muy fanático de él, desde siempre)”, expresó con un guaraní cerrado don Pablo Cantero, uno de los tíos del zaguero, que cuenta que al no tener cable, solía viajar en moto unos 20 kilómetros para ir a ver los partidos de Guaraní.

Doña Viviana (la abuela) tampoco puede ocultar su emoción y hasta lagrimeando cuenta que le produce sensaciones indescriptibles ver a su nieto en televisión, pero aclaró que casi nunca ve sus partidos. “Ahecha chupe, pero la ohuga javepe namañái la partidore. Akyhyje la operderoguara. Ndaikuaái mba’erepa, pero chemo korasô perere (Le veo en la tele, pero cuando juega, nunca miro sus partidos. Tengo miedo que pierda. No sé por qué, pero me da taquicardia)”, contó la abuela paterna.

Mucha humildad y un objetivo claro

Robert dijo que toda la vida prefiere pasar las vacaciones a lado de sus seres queridos, en su “valle” y con la gente que se crió, en vez de gastar el dinero que ha conseguido con tanto esfuerzo. “Extrañaba mucho todo esto. A mi familia, mis amigos, ellos significan todo para mí. Por más que te parezca que no hay mucho acá, da gusto estar. Este es mi lugar en el mundo. No hay que olvidarse nunca de dónde uno viene”, reflexionó, tras un largo callar.

Rojas muestra cómo está el arco de la canchita donde comenzó a jugar. Tiene como sueño hacer un campo sintético, el día que sea transferido, según comentó

Aunque le salió algunas ampollas, no ha perdido el don de usar el machete, la asada y otros instrumentos que se utilizan en la chacra. “De todo un poco hice desde que vine (eso fue en diciembre). Además de carpir y otras cosas, trabajo con los animales, principalmente las vacas, porque hay que encerrarlos y también darles agua y comida. Esas costumbres nunca las perdí. Al contrario, todo acá me relaja. Lo único molestoso es el ruido de las cigarras”, dice, con una carcajada encima.

A pesar de que ya ganó un dinero importante y logró un contrato mejorado, Robert no piensa en lujos como un auto o mudarse a un departamento para vivir solo. Asegura que no son prioridades y su objetivo es “romperla” en el 2018. “Colectívope aikoporaiterei (en colectivo ando demasiado bien). Creo que no es necesario aún el vehículo, eso se dará en su momento, no me preocupa ese tema. Tampoco pienso mudarme de la pensión del club. Aikoporaiterei upepe (vivo demasiado bien allí. Estaré ahí hasta que me echen)”, ironizó.

El duro camino para llegar

Pocos saben, pero Rojas casi abandonó el sueño y un llamado le cambió la vida en Guaraní: “Al inico del 2017 una persona me dijo que el técnico no me iba a tener en cuenta en la Primera, con la que estaba practicando hasta el fin del 2016. Eso me hizo decaer. Estaba decidido en volver y el día que estaba juntando mis cosas, me llama un directivo y me dice que me haga los estudios médicos y que me prepare para viajar a la pretemporada. No podía creer. Después trabajé muchísimo y me fue demasiado bien, mejor de lo que me imaginé”, explicó el zaguero aurinegro.

Sobre su llegada a la capital y sus primeros días en Guaraní, recordó que sufrió bastante, principalmente cuando le tocó quedarse en Ypané, predio de las inferiores del Aurinegro: “¡Nde! Hendy (difícil) es en Ypané. No había nada ahí, pero nada. Tu cama y vos. Sin ventilador y con muchos mosquitos. Sacaba mi colchón afuera, pero amanecía peleándome con los mosquitos. Cuando llegué recién no sabía qué hacer. Le ayudaba al cuidador a cortar el pasto, a tirar las hojas. Un mes por ahí estuve así. Mi papá me llamaba y me preguntaba cómo estaba. Para no preocuparle, le decía que estaba mejor que nunca, pero era mentira, por dentro estaba llorando. Aguanté bastante, pero todo esfuerzo vale la pena”, afirmó con una voz tajante y llena de orgullo.

Él mismo montó su mini gimnasio, con hierros desechados. Reutilizó una vieja barra y para las piernas, amarró una llanta en desuso. Muy ingenioso.

El fútbol premia la perseverancia y fiel prueba de ello es lo que ha pasado con Robert Rojas. El mejor zaguero del fútbol paraguayo de la temporada 2017 terminó cumpliendo sueños, que para él parecían lejanos e inalcanzables. Debutó en Primera el año pasado, se ganó la titularidad en el Aborigen, disputó la Copa Libertadores y por si fuera poco, fue convocado a la selección paraguaya para los últimos combos del clasificatorio mundialista.

Aunque sueña con alguna transferencia, dijo que primero quiere ganarse el rótulo definitivo de jugador de Primera y si es posible, continuar en la Albirroja, en la que aún no debutó, pero ya estuvo en el banco de suplentes.

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A 16 años del golazo de Cuevitas

Por Aldo Riquelme

aldo.riquelme@gruponacion.com.py

Hoy se cumplen 16 años del histórico partido entre Paraguay y Eslovenia, que clasificó a la selección albirroja a los octavos del Mundial Corea-Japón 2002. Un miércoles 12 de junio, feriado por conmemoración de la Paz del Chaco, se logró la hazaña y el fútbol paraguayo quedó nuevamente entre los 16 mejores del mundo.

Con 10 hombres desde los 22 del primer tiempo por la expulsión de Carlos Humberto Paredes, además, el gol esloveno y desventaja de 0-1 desde los 46 de la primera fracción, parecía que Paraguay ese mismo día iría hasta algún aeropuerto coreano con rumbo a Luque. Pero, un segundo tiempo a pura garra y con la fórmula en la banca de suplentes se dio vuelta el marcador 3-1, goles de Campitos y Cuevitas para asegurar la clasificación a la próxima ronda.

Los 23 futbolistas convocados para la cita mundial del 2002 fueron: José Luis Chilavert, Justo Villar, Ricardo Tavarelli, Francisco Arce, Pedro Sarabia, Carlos Gamarra, Celso Ayala, Juan Carlos Franco, Julio César Cáceres, Daniel Sanabria, Denis Caniza, Estanislao Struway, Guido Alvarenga, Roberto Acuña, Carlos Humberto Paredes, Diego Gavilán, Carlos Bonet, Gustavo Morínigo, Richart Báez, Roque Santa Cruz, Jorge Campos, José Cardozo y Nelson Cuevas. La dirección técnica guaraní estaba al mando del adiestrador italiano Cesare Maldini.

Paraguay cayó en el grupo B del Mundial organizado por Corea y Japón, en el año 2002. La intención de la selección albirroja -primeramente- pasar de ronda y luego ver que tan lejos se podía llegar. Para el primer objetivo, Paraguay debía sumar puntos y dejar atrás a las selecciones de Sudáfrica, España y Eslovenia. El camino hacia la clasificación a los octavos empezaba.

Los 11 titulares de Paraguay ante Eslovenia en la copa del Mundo del 2002. Foto: AFP archivo.

Un empate, una derrota y una victoria por remontada

El primer partido se jugó el 2 junio de 2002, en el estadio coreano Asiad de Busan, ante la selección de Sudáfrica, con marcador final de 2-2. Los goles paraguayos fueron obra de Francisco Arce y Estanislao Struway, mientras que los goles de los sudafricanos llegaron por intermedio de Teboho Mokoena y Quinton Fortune, este último, futbolista que marcó el doloroso gol del empate africano a los 90+1.

El segundo encuentro fue el 6 de junio de 2002, en el estadio coreano Joenju, ante la siempre dura selección de España, cotejo que terminó 3-1 a favor de los ibéricos. Los jugadores de la Roja marcaron todos los goles de partido, incluso, el único tanto para Paraguay fue marcado contra su valla por el defensor español Carles Puyol.

Con estos dos partidos jugados, el panorama de la clasificación estaba complicado y con un porcentaje mínimo inclinado en favor de la selección albirroja.

La última fecha se disputaban los partidos de España ante Sudáfrica y Paraguay ante Eslovenia. La selección guaraní necesitaba un milagro para jugar los octavos, básicamente, triunfar en dos partidos, en dos canchas, para avanzar a la siguiente ronda de la Copa del Mundo. Y eso fue lo que pasó. La tabla posicionaba a España con 6 puntos y saldo de goles +6, Sudáfrica con 4 puntos y saldo de goles +1, Paraguay 1 punto y saldo de goles -2, Eslovenia 0 puntos y saldo de goles -3.

El tercer partido se jugó el 12 de junio de 2002, en el estadio coreano de Jeju, ante el combinado de Eslovenia, selección europea que por primera vez disputaba encuentros mundialistas. Una expulsión a los 22 minutos de Carlos Humberto Paredes complicaba la hazaña y más aún con el gol sobre el final del primer tiempo del jugador esloveno Milenko Acimovic que desnivelo 0-1 el encuentro. La clasificación iba a ser posible, pero estaba en los pies de dos delanteros suplentes que ingresaron durante los segundos 45 minutos. El gambeteador Nelson “Pipino” Cuevas empató la serie 1-1, el delantero Jorge Campos inclinó la balanza 2-1 y nuevamente con un zapatazo, “Cuevitas” decretó el 3-1 final y clasificación para Paraguay. El otro partido concluyó 3-2 a favor de los españoles sobre los sudafricanos.

La tabla final dejó a España con 9 puntos y saldo de goles +7, Sudáfrica con 4 puntos y saldo de goles 0, Paraguay 4 puntos y saldo de goles 0, Eslovenia 0 puntos y saldo de goles -5. Las selecciones de Paraguay y Sudáfrica empataron en puntos y saldo de goles pero, la albirroja pasó de ronda por mayor cantidad de goles a favor, 6 ante 5 de los sudafricanos.

El jugador de Eslovenia Zeljko Milinovic sentado en el gramado y de fondo la celebración albirroja por la clasificación a octavos. Foto: AFP archivo.

El partido de los octavos se disputó el 15 de junio de 2002 en el estadio coreano de Jeju, ante la siempre poderosa Alemania. La diferencia mínima fue suficiente para que la selección alemana deje en el camino a Paraguay. El único gol lo marcó el delantero suizo naturalizado alemán Oliver Neuville, a los 88 minutos, ya en el epílogo del partido.

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