Aprovechando la excelente campaña del club Cerro Porteño en la Copa Conmebol Libertadores 2019, el exfutbolista y gran ídolo del Ciclón de Barrio Obrero, Saturnino Arrúa, visitó este jueves los estudios de GEN, como invitado especial del programa “A Punto”, para desgranar punto por punto toda su trayectoria futbolística defendiendo a su querido club, Cerro Porteño.
“Yo me retiré a los 31 años porque me operé de las dos piernas y por respeto al fútbol, yo respetó mucho al fútbol por lo cual pido el mismo respeto a mis excolegas y a la afición deportiva; que respetemos al fútbol, porque antes en nuestra época se iban señoras, criaturas, y todo eso ahora está cambiando”
También reconoció la importancia de este deporte que tanto le apasiona; “El fútbol es el único espectáculo que en una semana de promoción te reúne unas 45.000 personas, es pasión, en las calles la gente vibra con el fútbol”.
Consultado si donde fue más feliz jugando, fue categórico; “En mi país, en mi querido Paraguay, en especial con la gente humilde del interior, en mi querido Cerro Porteño, toda la vida. Yo cuando fui transferido a España, dije que era la oportunidad para abrir camino a otros colegas, y después de mí fueron unos quince futbolistas. Actuamos como embajadores de nuestro país a través del fútbol”.
En cuanto a la dificultad que representa para el futbolista salir al extranjero, manifestó; ”No es fácil adaptarse, porque es totalmente distinto, en España no tenés problema de alimentación por ejemplo, es muy parecida a la nuestra, en otros lados cuesta el idioma, la forma de vivir, y hay que ser profesional. Yo cuando salí era semi-profesional, y recién allá me convertí en un verdadero profesional del fútbol. Me costó mucho también adaptarme, a mi me llevó dos o tres meses muy duros, a pesar de que ya jugaba en un equipo grande como Cerro Porteño y también en la selección paraguaya, mucho recorrido ya hice. Con todo eso también tuve ese problema”.
También rememoró su estadía en el club Real Zaragoza; “En el 73-74 yo llegué al Zaragoza, y ya estaba ahí el colega amigo hermano Felipe Santiago Ocampos, quien ya había jugado conmigo en la selección para las eliminatorias del Mundial de México, en el 69, y me ayudó mucho para adaptarme, y estaba Soto, un hijo de paraguayos que se fue de Argentina”
“Recuerdo que los dirigentes del club me preguntaron quién podría ser otro paraguayo, un centrodelantero que podían llevar para integrar el equipo del Real Zaragoza. Ahí me acordé del “Lobo” Diarte, el amigo, el colega, el hermano, que ya nos está esperando allá”.
En Zaragoza había un grupo de jugadores al que llamaban “Los Magníficos”, y ahí a nosotros pasaron a llamarnos “Los Zaraguayos”; cuando jugábamos de visitante y entraba el equipo a la cancha, la hinchada rival nos gritaba “indios”, “indios”, “indios”. Ahí nosotros, los paraguayos, hablamos y nos dijimos; "Bueno ahora les vamos a demostrar que clase de indios somos los paraguayos”; porque eso nos daba fuerza y nos daba ánimos para demostrar nuestras condiciones futbolísticas. Y sinceramente no defraudamos a nuestro país, ni al compromiso que teníamos con nuestro club también”.
“El Nino” también recordó que en un momento de su carrera, fue tentado por Olimpia; “Antes de salir de Paraguay, tuve un problemita pero no tan grave con el técnico Marcos Pavlovsky. Me apartaron del plantel, del grupo, y me quedé entrenando solo. Ahí hubo ofertas de Olimpia, en la época de Humberto Domínguez Dibb. Yo yo era cerrista por parte de mi mamá, gran fanática de Cerro, quien un día cuando fui a visitarla me dijo, “Mirá mi hijo, si te vas a Olimpia, tenés que desaparecer de esta casa”. Yo me reí, y le dije que no me iba ir, yo iba a volver a Cerro. En ese entonces, recuerdo que el General Pablo Rojas le ofreció mi pase a Nacional por poca plata, y Nacional no tuvo para pagar al club ni a mí, volví a Cerro y en mi primer partido contra Nacional les marqué dos goles”.
"Una vez, Cerro no tenía la plata para pagar al plantel, y yo fui portavoz de mis compañeros, me acerqué a los dirigentes y les dije que los jugadores no íbamos a jugar el siguiente partido, que era el clásico ante Olimpia. Al día siguiente me llamó el Ministro de Interior Montanaro, y me dice; “Tranquilo Nino, acá está la plata y para mañana en ese clásico van a tener otro premio especial, hay que ganar ese partido. Me fui con la plata junto a mis compañeros y ahí tratamos de nuevo con los dirigentes por el premio para el partido con Olimpia, ya sea por partido ganado o empatado”; rememoró Arrúa.
