Entre la neglicencia y el amaño

Por: Rolando Vargas (rolando.vargas@gruponacion.com.py)

“Esta vez más allá de querer defender a los árbitros por la misma naturaleza de su trabajo, que es bastante complicado por la dinámica del juego, este horror es vergonzoso”, me dijo un compañero de trabajo cuando se consumó el feo error de la dupla arbitral Christian Aquino y su asistente Diego Silva en convalidar un gol claramente ilegítimo en el partido entre Cerro y San Lorenzo.

Debo confesar que soy un defensor de los “errores” arbitrales, no por un fanatismo particular, sino fundado en los desaciertos que siempre se observan en todas las ligas, inclusive en los mundiales. Además, en el fútbol local, los futbolistas son bastante especiales simulando faltas sin cooperar en la difícil tarea de los soplapitos. A decir verdad, esta vez la decisión tomada alcanzó una dimensión negligente increíble, en donde no se concibe la falta de capacidad técnica y profesional para salvar la situación como exige la función que ejercen en defensa de la integridad de su trabajo.

El daño no solo afecta al club perjudicado sino alcanza dimensiones insospechadas al ensuciar el desarrollo del torneo Apertura, deja pésima imagen internacional, descalifica a los propios árbitros, a la dirigencia, a la selección paraguaya, que cada vez está más desvalorizada. Este escenario crítico no puede tolerar los auténticos dirigentes, quienes deben revisar el trabajo técnico que ejecuta la Dirección de Arbitros, liderada por el argentino Horacio Elizondo, para tomar las correcciones necesarias encaminadas a enmendar en algo este momento deplorable del arbitraje. Ojalá que el error cometido sea meramente por incompetencia y no se encuadre dentro del rango del fanatismo o integridad personal.

Mientras se debate este espinoso tema, salta a la escena una denuncia de intento de amaño del defensor solense Gustavo Velázquez en contra del portero Tobías Vargas al servicio de Fuerza Amarilla de Ecuador. Este último ya tuvo un antecedente similar estando en Luqueño, situación que terminó en los juzgados absolviendo al jugador.

La propuesta para el defensor era hacer una penal ante Mineros por la Copa Sudamericana, sin importar el resultado del partido. Si bien los amaños son comunes a nivel internacional en las diferentes disciplinas, no es usual en nuestro medio y sería lamentable de comprobarse el hecho de este perverso modelo, por el daño irreparable que pueda desencadenar en el futuro del todo el deporte paraguayo.

Las autoridades deben investigar con todo el rigor de la ley para evitar toda posibilidad que este operativo oscuro se apodere del mercado aún sano. Es la brillante oportunidad que tienen para demostrar probidad y compromiso para mantener la salud del deporte lejos de las contaminadas estructuras preparadas para vulnerar las frágiles protecciones en el deporte. En caso contrario, la historia juzgará sus decisiones pusilánimes.

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Jubero…. tiene el crono de partida

Daniel Garnero cuenta el respaldo del bicampeonato. Ese logro lo ata a la silla con base sólida en campamento franjeado y la Libertadores no será un termómetro para medir su trabajo y mucho menos el rendimiento de su equipo.

Tiene respaldo y su trabajo se vio reflejado especialmente con la inclusión de varios juveniles que podrán dar cimiento a otros emprendimientos del Olimpia. Esto se debe interpretar como base a futuras transferencias que servirán de oxígeno al sistema financiero de la entidad para futuros emprendimientos.

Leonel Álvarez se mueve con un código muy diferente. En Libertad el programa se desarrolla con un sistema muy particular, pues no será una masa la que indique qué rumbo tomar con relación a la conformación del equipo y el futuro del adiestrador por falta de resultados.

El plan del español Fernando Jubero es totalmente diferente. Seguirá bajo el dominio de un esquema dirigencial que viene de un rotundo fracaso en lo deportivo. Esto es innegable.

Pero el técnico azulgrana deberá soportar la presión de toda esa masa que denota molestia por lo poco o casi nada de rendimiento futbolístico que tuvo el equipo durante el mandato del español. Cerro jugó muchas veces a nada y sus resultados en el Clausura dependían casi con exclusividad del rendimiento individual.

Le faltó coordinación en defensa y Antony Silva, pagó caro su falta de liderazgo en la zona más delicada de un equipo. No tuvo la capacidad de poner orden y falló en varios pasajes por la pérdida de confianza.

Los exabruptos de Rodrigo Rojas –amonestado casi siempre por protestar- fueron síntomas de un equipo que carecía de firmeza y esquema sólido de táctica. El fútbol es práctica, trabajo de repetición -no buscando la excelencia-, pero sí el mínimo error tras desarrollar el plan de aprendizaje.

El goleador Diego Churín se convirtió en un fantasma en la presente temporada, luego de ser el estandarte de un equipo altamente competitivo. La situación del ‘9’ azulgrana es fácil de explicar. Vivió su peor temporada por la falta de confianza y cambios constantes en el esquema de trabajo futbolístico.

El equipo de Jubero jugó siempre a resolver sus problemas futbolísticos con acciones individuales. Para peor, por la presión a cuesta no tuvo la sabiduría de buscar sangre nueva para promocionar juveniles a falta de respuesta de los veteranos. Roa, Marabel, Franco y otros juveniles fueron olvidados por las urgencias.

Esta política Cerro la pagará con la falta de ofertas para sus valores juveniles. Queda muy lejos aquellos tiempos de los Almirón, el chico Díaz, los hermanos Romero, Colmán y Villaba. Es obvio que algo anda mal.

El DT español se jugó con los experimentados y falló, porque estos no respondieron a las exigencias. Jubero no supo absorber la presión de una ‘Olla en ebullición’.

Así pues, entre los candidatos (Garnero, Alvarez y Jubero) a pelear el título del Apertura-2019 o una buena campaña en la Libertadores, al español le entró a andar el cronómetro. Ese que marca el tiempo de partida, pero quizá no registre el tiempo de llegada.

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Que se eternice el germen de la intensidad

Por Rolando Vargas

Intenso como motivador, didáctico como humilde, entusiasta como trabajador, abierto como sincero. Estos adjetivos ilustran al colombiano Juan Carlos Osorio, quien tomó el mando de la selección absoluta paraguaya, que tiene como principal objetivo, el Mundial de Catar 2022.

Despertó cierta incertidumbre su llegada al país por la oferta laboral en carpeta que tenía, pero en especial porque esperaba la llamada de su selección colombiana, su sueño personal y familiar, como confesó el propio Osorio en el primer contacto con la prensa nacional. Este primer encuentro con la gente paraguaya bastó para conquistar a los periodistas, siempre muy críticos, especialmente cuando se trata de un profesional que llega a trabajar para la Albirroja. Sorprendió por su conocimiento sobre los futbolistas que cuenta Paraguay para el proyecto retorno a la cita ecuménica, satisfizo con su predilección del fútbol que practica los jugadores paraguayos, el juego aéreo y la fortaleza física, a lo que él quiere añadir su identidad futbolística para armar la selección que puede despertar de su letargo para meterse de lleno entre las mejores del mundo como su antecedente escribe.

Pasaron sus primeros días como mucha impaciencia, por su ida y venida, por los rumores que llegaban de Colombia, en donde aseguraban que Osorio sólo esperaba que suene el teléfono para retornar a su país. No hubo confirmación ni desmentido de la APF y del propio técnico, hasta que confesó que su sueño es dirigir a su selección, que llenó de indignación a todo un país.

Los días se sucedieron y Osorio empezó a demostrar de qué está hecho. Con suma humildad recorrió todas las canchas, comió la chipa y probó el tereré. Vio partidos y jugadores de la Copa Paraguay, de Intermedia y de la Primera División, y por su puesto siguió a los valores del exterior. Quiso amistosos con selecciones de Europa, no pudo pero no decayó, igual convocó para transmitir su idea y la intensidad que quiere en la selección.

Planificó un programa inclusivo, didáctico, con técnicos de todas las divisiones, dirigentes, jugadores, y aficionados, para que esa pasión que despierta la Albirroja pueda renacer.

Su estrategia funcionó, conquistó a todos, especialmente y lo más importante, a los jugadores, quienes llegaron sin tener un partido oficial, pero quedaron impresionados por la intensidad de los entrenamientos y la capacidad y conocimiento que tiene Osorio para darle un nuevo entusiasmo, una nueva esperanza a una selección que estaba acostumbrada estar en los mundiales.

Que la intensidad de Osorio en su trabajo humilde, en transferir su conocimiento con generosidad, en incluir a todos sin excepción, y su sueño de ganador, se instale con cada paraguayo, en los futbolistas, en los dirigentes, en los entrenadores, y especialmente en las autoridades nacionales, para que su vocación de servicio viva 100% en beneficio de la sociedad guaraní.

Se quede o se vaya, en este corto periodo de trabajo, el entrenador colombiano ya deja su legado a todo el país y en especial a la querida Albirroja, que más que nunca quiere enarbolar su tricolor enseña de grandeza nuevamente en los campos deportivos por muchos años.

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