“Fue una de las mejores camadas de selección”

Sin restarle méritos a otros planteles a lo largo de la historia de la Albirroja, el conformado entre la segunda mitad de la década del ‘70 y la primera del ‘80, fue uno de los mejores para Alicio Solalinde, cam­peón de América con la selec­ción paraguaya y con Olimpia en el año 1.979.

El equipo que obtuvo el título en el estadio de Vélez Sars­field estaba compuesto por la base del Olimpia campeón de América de 1979, algunos futbolistas de Cerro Por­teño campeón de 1977 y los mejores jugadores del fútbol paraguayo del resto de los equipos, como Julio César Romero de Luqueño y Euge­nio Morel, quien por entonces jugaba en Libertad.

“Creo que sí, creo que fue una de las mejores camadas que tuvo la selección”, responde ante nuestra pregunta. “En las Eliminatorias del año anterior, por ejemplo, nos faltó un poquito de mayor experiencia para ir al Mun­dial de Argentina. Hicimos una buena campaña y única­mente no clasificamos por­que no supimos aprovechar la localía. Pero eso demos­tró que había capacidad y que solo faltaba pulir algu­nos detalles y crecer en con­fianza. Nos consolidamos en 1979 y en la siguiente Copa América quedamos fuera en semifinales porque Brasil nos ganó el sorteo. El techo de esa camada llegó con el Mundial de 1986; algunos nos fuimos y se sumaron nuevos hombres, pero la base del campeón de América 1979 se mantuvo”, agrega.

Solalinde tiene un grato recuerdo del plantel y des­cribe la unidad que había den­tro del mismo, ratificando lo que ya había contado el capi­tán Aldo Florentín. “Éra­mos una familia. A pesar de que muchos jugadores inte­gramos ese equipo y había muchos cambios, ya que se dependía de la disponibili­dad de cada jugador, nunca se notó una diferencia y nunca perdimos la unidad en el grupo”, asegura el ex defen­sor, quien añade que esa uni­dad era nítidamente visible dentro del campo de juego, ya que el equipo siempre estaba fortalecido.

Expectante, pero con mesura

Ante el inicio de un nuevo proceso en la Albirroja, Alicio Solalinde vuelve a ilusionarse con que la selección se reen­cuentre con el rumbo de años anteriores, pero asegura que todavía falta conformar un equipo base para poder aspi­rar a grandes cosas.

“Como paraguayo e integrante de la selección que logró la Copa, siempre estoy expectante de que se repita la hazaña. Ojalá sea esta vez o al menos lo antes posible. Pero pienso que a pesar de tener buenas individualidades, todavía nos falta un equipo. A mi enten­der, en esta Copa América se tiene que consolidar una base para las Eliminatorias. Toda­vía hay muchas dudas e inde­cisiones, no como en épocas anteriores donde los equipos salían de memoria. Hace dos o tres años que estamos así, teniendo muchos valores a disposición. Se debe apostar a un equipo base y consoli­darlo”, recomienda.

Sin perder la identidad

A Solalinde no le desagrada la idea de tener un juego de mayor posesión de balón, como Eduardo Berizzo busca implementar en la selección, pero asegura que no se debe dejar de lado lo que siempre caracterizó al fútbol para­guayo. “Creo que no tene­mos que desechar nuestro juego, más punzante y verti­cal. Con esto no digo que hay que rechazar el juego de pose­sión, pero que no sea lo único. Para mí es bueno agregar eso para no recurrir tanto a los centros frontales, pero lle­gado el momento de ganar la línea de fondo hay que meter la pelota al área, no hay de otra”, asegura.

“Huelga” antes de jugar las semifinales

En la previa a los juegos de semifinal ante Brasil, los directivos de la enton­ces Liga Paraguaya de Fút­bol y los integrantes de la selección no llegaron a un acuerdo en el monto del premio a cobrar en caso de pasar de fase y llegar a la final. “Nosotros jugába­mos por objetivo. Antes de cada fase negociába­mos un monto que luego repartíamos en el grupo”, cuenta. “Para la semifi­nal ante Brasil no llega­mos rápido a un acuerdo y tuvimos que tomar una pequeña medida de fuerza para poder conseguir lo que queríamos. Eso tam­bién demostraba la unidad que había en el grupo. La ‘huelga’ consistió en que todos entrenábamos por nuestra cuenta y no con la selección. Luego se llegó a un acuerdo y todo volvió a la normalidad”, relata.

Con tranquilidad

“Me gusta quedarme en casa a ver los partidos de la selec­ción. Estoy más tranquilo, veo mejor y me concentro mucho en el juego”, confesó Solalinde. Aseguró además que se siente aliviado de ver ahora a la selección desde afuera, ya que tenía mucha presión cuando tenía que defender la camiseta albi­rroja dentro del campo.

Lo máximo

Con esta palabra, Alicio describió la sensación de ganar la Copa América con la selección. “Le das alegría a todo un país. Ganar la Copa Libertadores con Olimpia también fue algo hermoso para mí, pero quizá la euforia no fue de todo el país. Ganar la Copa América con la Albirroja, es lo máximo. Toda la nación vibró con nosotros”, expresó.

Consejo

Como entrenador, Alicio Solalinde también es palabra auto­rizada para hablar de las cuestiones tácticas de la selección. Se refirió al esquema táctico utilizado por el actual DT de la Albirroja y lo que, según su criterio, haría falta para tener un equipo fuerte. “A mí no me desagrada el 4-3-3, pero hay que poner los hombres adecuados para fortalecer al equipo, esto lo digo sin ánimo de criticar, sino para poder ayudar.

En el mediocampo tiene que haber hombres que recuperen el balón, volantes que corran y marquen. Alguien como Richard Ortiz o “Topo” Cáceres, una lástima que Ortiz haya quedado fuera. De los que quedaron en el plantel ninguno tiene la característica para realizar ese trabajo. Son todos mediocam­pistas que tienen mucha técnica para distribuir el balón, pero con problemas en la recuperación”, sentenció Solalinde.

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Colombia pierde por lesión a un importante referente

Tras el triunfo por 2 goles contra 0 ante Argentina, el delantero colombiano Luis Muriel se perderá lo que resta de la Copa América de Brasil-2019 por una lesión de ligamentos en la rodilla izquierda sufrida en el partido ante los albicelestes, informó este domingo la Federación Colombiana (FCF).

"Muriel sufrió una lesión grado II del ligamento colateral medial de su rodilla izquierda, sin presentar lesiones asociadas a la misma", señaló la FCF en su cuenta oficial en Twitter.

"Se pronostica que su tiempo de recuperación será aproximadamente de 5 a 7 semanas, para poder retornar a las canchas, por lo cual no participará del resto de la competencia", agregó la entidad.

Muriel, cedido por el Sevilla a la Fiorentina en la temporada pasada, sufrió una fuerte falta de Leandro Paredes a los 8 minutos del partido que Colombia ganó en el debut de ambas selecciones en el Grupo B del torneo, en el estadio Arena Fonte Nova en Salvador.

Su reemplazo dos minutos después fue Roger Martínez, delantero de las 'Águilas' del América que convirtió el primer gol de los cafeteros a los 71 minutos.

El segundo tanto lo anotó Duván Zapata, segundo goleador del Calcio con 23 anotaciones jugando para el modesto Atalanta, a los 86 minutos.

La lesión de Muriel supone un golpe duro para Colombia después de la euforia ante la Albiceleste, ya que el reglamento de la competición sólo permite a las asociaciones participantes realizar cambios en la lista oficial 24 horas antes del primer partido.

En el mismo comunicado, la Federación informó que el volante Wilmar Barrios, del Zenit ruso, "presentó un trauma de rodilla en hiperextensión sin mayores consecuencias".

"El mediocampista ya inició su proceso de recuperación y estará a disposición del cuerpo técnico de la Selección Colombia en los próximos días", señaló la FCF.

Colombia, con un título de Copa América en 2001 cuando fue anfitrión del evento, enfrentará el miércoles a Catar en Sao Paulo, por la segunda fecha de la llave.

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El gran desafío comienza hoy

Por Óscar Gómez Verdina

oscar.gomez@gruponacion.com.py

Fotos Nadia Monges

Han pasado ya 40 años de la segunda y última consagración de la selección paraguaya a nivel continental y Aldo Florentín sigue sin encontrar palabras para describir la sensación que recorre el cuerpo al levantar el trofeo. “Ganar la Copa América es inexplicable”, admite quien fuera capitán de la Albirroja en el juego definitivo ante Chile, el 11 de diciembre de 1979 en el estadio José Amal­fitani de Buenos Aires.

Hoy la selección paraguaya inicia un nuevo camino en esta competencia e indepen­dientemente al momento que atraviese, la ilusión siempre está. Especialmente la del capitán campeón de Amé­rica, quien nunca se despega de su buzo albirrojo aunque asegura preferir alentar a Paraguay desde su casa y no en el estadio, a causa del fana­tismo desmedido que puede alcanzar durante los parti­dos. “Mirando desde afuera me pongo muy nervioso. Soy muy fanático. Quiero tanto a la selección que vivo de una manera extraordi­naria. Vibro con Paraguay esperando que salgan bien las cosas. Por eso muy pocas veces voy a la cancha cuando juega la Albirroja, porque me pongo muy nervioso y pre­fiero estar así en mi casa viendo por televisión”, se sincera.

Consagración y capitanía

Cuarenta años atrás, la Copa América tenía un for­mato completamente dis­tinto al actual. Sin sede fija y con partidos de local y visi­tante, todas las selecciones debían viajar constante­mente para jugar sus parti­dos entre julio y diciembre. Antes de la “finalísima” en Argentina, Paraguay y Chile ya habían disputado la final de ida y vuelta en Asunción y Santiago. En nuestra capital fue una goleada contundente del combinado nacional: 3-0 con doblete de “Romerito” y uno de Milciades Morel. Mientras que en Santiago, los locales aseguraron el tercer partido al triunfar por 1-0.

Tras el empate sin goles en tiempo normal y en el suple­mentario, la Albirroja se adjudicó el título, tomando en cuenta la mejor diferen­cia de gol en la sumatoria de los tres juegos. Paraguay era una fiesta. En las dos primeras fina­les Aldo Florentín no estuvo entre los titulares.

En el Defensores del Chaco ingresó a los 62’ en lugar de Luis Torres y en el Nacio­nal de Santiago, lo hizo por Carlos Kiese al inicio del segundo tiempo. Pero en la semana previa al partido en el estadio de Vélez Sarsfield, el por entonces melenudo mediocampista recibió el llamado del entrenador Ranulfo Miranda, quien le comunicó que además de ser titular, portaría el bra­zalete de capitán ¡con ape­nas 22 años! “Él (Miranda) era un gran técnico. Luego de los dos primeros partidos habló conmigo y me dijo que depositaba toda su confianza en mí, poniéndome como capitán en la final de Buenos Aires. Fue algo inolvidable y creo que no le decepcioné”, recuerda.

Unidad

Por la complicación que representaba juntar a todos los futbolistas para tener que viajar y jugar los partidos, aquel plantel contaba con 32 jugadores, nueve más de los que conforman las seleccio­nes que participan de la Copa América en Brasil. Florentín rememora un momento espe­cial de aquella competencia, cuando por la última fecha del grupo C debían jugarse la clasificación a las semifinales al visitar a Uruguay en el esta­dio Centenario de Montevi­deo, sin poder contar con los futbolistas de Olimpia, quie­nes se preparaban para jugar la Copa Intercontinental ante el Malmö de Suecia. “Aquel partido fue quizá el más difí­cil que tuvimos.

Los jugado­res de Olimpia no estaban en el plantel y necesitábamos un empate en el Centenario para clasificar. Jugar en ese esta­dio nunca fue fácil y menos en aquella época. Muy pocos apostaban por nuestra cla­sificación, pero los mucha­chos dejaron todo, la unidad que había en el grupo era algo único, era lo que mejor caracterizaba a ese plantel”, recuerda, agregando cómo se había desarrollado el partido: “Nuestros dos goles los marcó Eugenio Morel. Primero mar­camos nosotros, pero en el segundo tiempo ellos dieron vuelta. Cuando faltaba poco para que termine, Morel anotó el empate y la clasifi­cación a la semifinal”.

Actualidad y juventud

Sin dudas Florentín es una palabra autorizada para hablar sobre la selección y su actualidad. En su aná­lisis, rescata la juventud del plantel e insta a estos a ponerse el equipo al hom­bro durante el proceso de reformación de la Albirroja.

“Pienso que se puede hacer una buena Copa América porque tenemos varios juga­dores de mucha proyección en el exterior, más allá de su juventud. El equipo toda­vía se está probando, el poco tiempo de trabajo muchas veces complica y por eso es importante que los juga­dores se pongan el equipo al hombro y dejen todo en la cancha. Si todavía no se puede plasmar a la perfec­ción la idea de juego del téc­nico, mucho depende de lo que hagan los jugadores, ellos se tienen que esmerar y ponerse el equipo al hom­bro. Esa era una de las virtu­des de aquel equipo del 79; nosotros podíamos ganar, empatar o perder, pero la camiseta se transpiraba. La actitud dentro de la cancha era innegociable”, asegura.

 

Recuperar la relación

De un tiempo a esta parte y tras quedar fuera de los últi­mos dos mundiales, la rela­ción hinchada-selección quedó deteriorada en cierta manera. Para el encargado de levantar el trofeo de campeón en 1979, es vital el papel de los jugadores en la reconstruc­ción de esta relación. “Inde­pendientemente a los resul­tados, yo creo que la gente volverá a sentirse identificada y motivada si ve a los jugado­res entregándose al máximo en la cancha”, expresó. “Pienso que los chicos van a querer demostrar que están hechos para la selección. Estamos para grandes cosas y ojalá que con estos jugadores la bandera paraguaya pueda flamear nuevamente en el próximo mundial”, finaliza.

Vinculado

Florentín nunca se desligó por completo del fútbol. Tras abandonar la práctica, pasó a un costado del campo de juego para ser entrenador. Actualmente dirige al 3 de Noviembre del barrio San Pablo, equipo con el que debutó el fin de semana pasado, derrotando 1-0 a Recoleta, por el torneo de la Primera División B.

Referentes

“‘Gatito’ Fernández creció enormemente. También tenemos a Gustavo Gómez y Rodrigo Rojas como referentes y jugadores clave de este plantel”, refirió Florentín. Agregó que la velocidad de Miguel Almirón será importante también para el equipo.

Comparación

Al mencionar la velocidad de ‘Miggy’, Aldo Florentín recordó a Evaristo Isasi, Amado Pérez y Pedro Nelson Fleitas como los jugadores más rápidos del plantel campeón de América. “Eran rapidísimos y eso hizo que se ganen el cariño del hincha, a la gente le gusta ver a los jugadores veloces”, expresó.

Retorno

Tras volver de Buenos Aires con el trofeo en mano, Florentín cuenta que Asunción era una fiesta y que hasta tuvieron problemas para bajar del avión por la gran cantidad de gente que fue hasta el aeropuerto para recibir a los campeones. “La gente confiaba plenamente en nosotros y fueron a agradecernos en masa”, contó.

Fuente. La Nación Impresa

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